UN APORTE DE ALEXIS ALMEIDA
vale la pena leerlo
En mi etapa infantil – hoy tengo 25 años-,
cuando aprendí a montar en bicicleta junto a mis amigos de barrio y que hoy son
padres, nos montábamos en las bicicletas y empezábamos a pedalear. Así, sin
más. Hoy en día, los niños aprenden de forma distinta: les obsequian una
bicicleta acompañada de todos los implementos de seguridad: casco, coderas,
rodilleras, guantes, etc... Es verdad, que ésta es una mentalidad loable y
noble; no obstante, ¿dónde está el problema?
El problema está en la concepción que cada
padre tiene sobre que es proteger a sus hijos. Ya que, es verdad que todos los
niños necesitan la protección de sus padres ante ciertos peligros que encontrarán en su
vida; no obstante, lo que debemos evitar es que esta protección sea excesiva.
Ese exceso es lo que llevaría a la protección de los
hijos a convertirse en una especie de burbuja de aislamiento hacia una gran
parte de las cosas que ocurren en el mundo exterior, por
lo que es ahí donde empezamos a hablar de sobreprotección.
Debemos entender como padres sobreprotectores a aquellos
que están
asidua o continuamente pendientes de evitar que sus hijos se expongan a
situaciones dolorosas, angustiantes o conflictivas.
Estos padres suelen inculcarles a sus
hijos una excesiva prudencia y suelen sentirse responsables sobre manera de lo
que les pueda suceder. De cierto modo “quieren evitar” que sus hijos sufran,
lo que ellos sufrieron, o que sus hijos tengan que pasar por muchas de las
cosas malas que ellos pasaron en su infancia o adolescencia (como
personas, cada uno tiene su personalidad, cada persona arrastra sus miedos
particulares, y puede que también arrastre algunos lastres que ha ido llevando
consigo desde la infancia hasta su paternidad). Estas, podríamos llamarlas
“buenas
intenciones” llevan a estos padres a privar a sus hijos de un correcto
aprendizaje, de un correcto desarrollo
de su personalidad; ya que, no los dejan enfrentarse a las dificultades,
dolores y angustias propias de su edad. Siendo de allí de donde los hijos podrían
extraer recursos y estrategias que les servirán en el futuro. (Lo
que hace que sus hijos se vuelvan dependientes)
Las consecuencias sobre la personalidad y los patrones de conducta de sus hijos
se van a hacer evidentes a muy corta edad, pero sobre todo, a partir de la
adolescencia; que es cuando empiezan a aparecer comportamientos que muestran
malestar en los hijos y que en ciertas ocasiones terminan en rebeldía, lo que
lleva a preguntarse a los padres sobreprotectores qué estará pasando, si ellos
han intentado hacer todo lo posible para que sus hijos no la pasen mal, para
que no sufran. Los padres sobreprotectores muchas veces no los pueden
comprender. Y en muchos casos, se lo sacan en cara a los hijos, y le atribuyen
ese malestar a su personalidad, a sus amigos, al colegio, a la universidad, al
trabajo.
Muchos de los padres que han
sobreprotegido a sus hijos son incapaces de reconocer que su estilo de
educación ha influido en sus hijos, y que este estilo ha hecho que se sientan
mal o que no sepan sobrellevar los problemas, situaciones, dolores y angustias
que se presentan en la adolescencia o en la vida adulta. Para los padres reconocer
esto, sería precisamente tener que reconocer que se han equivocado, que, aunque
sus intenciones eran buenas, las consecuencias no han sido lo que esperaban.
Reconocer esto, sería culparse por haberlo hecho mal.
Muchas veces estos padres empiezan a tener
una lucha interior sobre si se han equivocado o si es que su hijo le ha salido
mal, es malo o es malcriado.
Tengamos
siempre en cuenta que la educación en un niño es un aspecto fundamental, y que
los niños van aprendiendo comportamientos, ellos no nacen siendo o actuando de una
determinada manera.
Veamos algunas posibles consecuencias de
la sobreprotección:
He anotado las que he encontrado en común
entre varios psicólogos.
Dificultades en el aprendizaje y puesta en
práctica de las habilidades sociales.-
Tomando en consideración que a lo largo de
la vida de los hijos, su madre, padre o ambos, no les han permitido solucionar
sus propios problemas, porque ya los han solucionado ellos, la consecuencia es
el no aprendizaje de habilidades de solución de problemas, algo necesario para
las relaciones personales. Esto les lleva a los hijos a tener habitualmente
malas experiencias en relación con el mantenimiento de amistades. Suelen sentir
la sensación de no tener apenas buenos amigos, se pueden llevar muchas
decepciones con los amigos, y no saben exactamente por qué. Muchas veces estos jóvenes
tienen dificultades para entablar o mantener relaciones. A veces son muy
tímidos, les cuesta iniciar conversaciones, les cuesta integrarse en grupos,
tanto así que enseguida que algo no sale como les gustaría, se sienten mal y
prefieren retirarse. Este aprendizaje es fundamental para la vida de adulto,
tanto en el área familiar como laboral.
Al final estos jóvenes muchas veces
piensan que hay algo malo en ellos. Y eso los lleva a pensar más de manera
negativa sobre sí mismos, es decir, a disminuir aún más su autoestima.
Dificultad para tomar decisiones por sí
mismo.-
Estos niños suelen convertirse en personas muy dubitativas a la hora de tomar
decisiones. Se sienten inseguros sobre si van a tomar o no la decisión
correcta. Se sienten inseguros sobre las consecuencias que podrá tener una
determinada decisión. Por tanto, el miedo a la repercusión hace que se demore
la toma de la misma, con toda la angustia y el malestar que la indecisión
implica. Esto contribuye de nuevo a que su autoestima siga disminuyendo, al no
verse capaces de tomar decisiones que, según observan, para otros pueden
resultar fáciles. Además la autoestima sigue disminuyendo porque al retrasar
dichas decisiones, siguen sin ver los resultados de sus acciones, y continúan
percibiéndose como personas no válidas y que no son capaces de pasar a la
acción.
Búsqueda
de seguridad en el otro.-
Como estos niños han aprendido a que los demás les resuelvan los problemas, y
muestran muchas dificultades para tomar decisiones y pasar a la acción, tienden
a depender de los demás, para que tomen decisiones por ellos. Se sienten
inseguros e incapaces ellos solos, y necesitan que alguien les proteja, les de
seguridad. Han estado buena parte de su vida al amparo de otras personas, le
han protegido mucho, y ahora sólo buscan esa protección. Pueden mantener
relaciones con personas que no le están aportando nada, o que incluso son
relaciones dañinas, porque tienen la sensación de que les solucionan muchas
cosas, se sienten protegidos con esas personas. Cuando llegan a la vida adulta
y buscan pareja, pueden caer fácilmente en relaciones donde predomine la
dependencia emocional, ya que necesitan que alguien les guíe y les apoye. Esto
les lleva a no buscar su felicidad, sino sólo esa supuesta seguridad que le
aporta la otra persona.
Rendirse con facilidad.-
Son personas que suelen darse pronto por vencidos. Ante una dificultad que no
saben como enfrentar, prefieren evitarla a ponerse manos a la obra y ver
posibles soluciones. Se sienten incapaces de hacer algo y, a la vez, tienen
miedo de equivocarse, por lo que muchas veces ni siquiera lo intentan, y así
evitan fracasar.
Bajo
auto-concepto.-
Durante años estos jóvenes no han podido
poner a prueba su competencia personal, sus habilidades. Quizás han intentado
tomar sus propias decisiones y llevarlas a cabo, pero la excesiva
sobreprotección paterna/materna les ha llevado a no poder ver los resultados de
esa toma de decisión. Además, muchas veces las excesivas recomendaciones de los
padres para que tenga precaución llevan a hacer muchas críticas a los hijos lo
que puede colaborar más aún a este auto-concepto negativo. A estos jóvenes les
falta la valoración positiva externa de sus comportamientos y decisiones; pero
también le falta la autovaloración sobre estos comportamientos y decisiones,
aspecto fundamental para poder desarrollar un auto-concepto y una autoestima
sana.
Como hemos ido señalando, una de las
consecuencias más importantes es la baja autoestima, el sentirse incapaz de
hacer algo bien por ellos mismos. Asimismo, cuando sobreprotegen a sus hijos
están dándoles varios mensajes de un modo subliminal: “No eres capaz”, “No
puedes hacerlo”, “No puedes confiar del todo en ti mismo”. Asimismo, hay padres
que prefieren ocultar información a sus hijos por miedo a que sufran o se
frustren. Los niños necesitan poder hacerse cargo de las situaciones, siempre
ajustadas a sus capacidades según sus edades. Debemos enseñarles poco a poco a
relacionarse con las limitaciones, las dudas, las pequeñas frustraciones del
día a día para que puedan desarrollar recursos de afrontamiento. Por el
contrario los estamos exponiendo sin herramientas propias a situaciones
difíciles que en momentos críticos pueden llevar a desestructurarlos. En muchas
ocasiones, los padres también se adelantan a sus hijos porque lo hacen más
rápido y mejor, pero debemos recordar que el aprendizaje requiere
paciencia y tiempo, ya que el esfuerzo es una piedra básica para que
puedan aprender de ellos mismos, de cómo funciona su entorno, y por ende
sentirse capaces.
Relaciones
difíciles con los padres.-
Según van creciendo, pueden haber
desarrollado mucha rabia contra los padres, porque van viendo sus dificultades
a la hora de enfrentarse a los problemas, y pueden echarle la culpa a ellos.
Además, los padres pueden haber cortado mucho la libertad de esta persona en su
desarrollo, haciendo que dejara de hacer cosas porque podría ser peligroso,
quizá cosas habituales en otros jóvenes o niños de su edad. Debido a ello, las
discusiones con los padres pueden ser frecuentes, la culpabilización hacia
ellos puede ser la norma general. Esta culpabilización a su vez; lo que está
haciendo es, que al culpar a otros de los propios problemas, no le está
permitiendo a la persona en desarrollo fijarse en lo que puede hacer por sí
misma, para mejorar.
Depresión.-
En muchos casos, estas personas acaban
desarrollando una depresión a consecuencia de su baja autoestima y auto -concepto,
y de sus dificultades para resolver problemas en su vida diaria. Estos dos
puntos se van retroalimentando continuamente, y eso hace que la persona se vea
incapaz de tener una vida feliz. Además, con todas estas dificultades, puede
ser que a lo largo de la vida, esta persona haya tenido experiencias negativas
con amigos, con parejas,… que le hayan llevado aún más a cuestionarse qué
ocurre, ¿por qué le pasan esas cosas?, y a llegar finalmente a una indefensión
aprendida. La indefensión aprendida es la sensación de no poder controlar los
acontecimientos que le ocurren, la sensación de que haga lo que haga su
situación no puede cambiar… Esto le lleva a no saber ya qué hacer para
solucionar su situación, pero a sentirse cada vez peor.
En muchos casos, las personas que han tenido en su infancia o adolescencia esta
sobreprotección paterna, materna o de ambos padres son personas que sufren
mucho porque se sienten inseguros y desprotegidos en su vida. En la adultez no
saben cómo encauzar su vida. Y a lo largo de los años no han aprendido cómo
solucionar sus problemas, y tienen que aprenderlo de mayores, añadiendo además
que ya han pasado una serie de experiencias negativas de las que mayormente se
han culpado a sí mismos, o creen que hay algo que está mal en ellos.
Proteger y ayudar a los hijos a solucionar sus problemas ayuda a su desarrollo.
Evitar que los niños sufran solucionando sus propios problemas, cuando ellos
mismos los podrían solucionar, hace que los niños a corto plazo se sientan bien
y protegidos (“mis papis me defienden”), es un alivio temporal. Pero esta
situación hace que a largo plazo todos los miedos de los padres sobre el
sufrimiento de sus hijos, se cumplan.
La sobreprotección de los padres durante
la niñez tiene sus consecuencias más severas en la juventud y especialmente en
la adolescencia. En esta edad el niño se tiene que enfrentar por primera vez a
lo que es. Se enfrenta a situaciones que debe resolver por el mismo. Comienza a
formar parte de la sociedad que le va a exigir todo lo que es capaz de dar.
Pero si el niño ha estado sobreprotegido desde su niñez a la llegada de la
juventud difícilmente será capaz de asumir sus responsabilidades y adoptar el
rol que le corresponde. Es entonces cuando pueden aparecer los episodios de
estrés, ansiedad… etc.
Por tanto, con el fin de no transmitir miedo a sus hijos y evitar la
sobreprotección, les dejo algunos consejos que les podrían ser útiles:
• Cuando el niño les
pida ayuda, lo esencial es darle las sugerencias con las que el mismo pueda
solucionar el problema, con sus propios recursos y por supuesto no juzgar la
solución.
• Es normal que el niño cometa errores, pero no nos
anticipemos para evitar el tropiezo. Lo positivo es hacerle ver que cada vez le
van saliendo mejor las cosas.
• Debemos tener paciencia. Hay que tomarse el tiempo
necesario para permitir que el niño se desenvuelva solo.
• Conviene explicarle al niño las razones de nuestras
acciones, de modo que pueda actuar por sí solo, aun cuando no haya un adulto a
su lado que le indique cómo hacerlo.
• No le ahorremos sacrificios razonables. El niño puede
perfectamente colaborar en tareas domésticas como poner la mesa, hacerse la
cama, recoger su cuarto, sacar la basura o aprender a no dar excesiva
importancia a una situación de incomodidad.
• Si su hijo es tímido, procuren que salga más de casa, que
abra más su círculo de amistades, que comparta cosas etc., pero no forzándolo,
sino dándole ideas.
• Frente a situaciones que les puedan resultar complicadas,
en lugar de evitarlas debemos prepararlos a través del diálogo.
• Debemos protegerles de los peligros verdaderos, pero sin
llegar al extremo de convertirlos en personas temerosas.
El niño necesita probar, saborear sus éxitos, tratar de mejorar y alcanzar
metas difíciles, competir, superar sus fracasos, y poder entender los
sentimientos de los demás. Hay que prepararlo para que pueda participar en la
sociedad y para ello no hay que disminuirle la realidad cotidiana, hay que
permitirle que descubra el significado de los triunfos, de las decepciones, de
los gozos y de los desconsuelos, propios y ajenos.
Como ya dije en líneas anteriores evitar que los niños sufran solucionando sus
propios problemas, cuando ellos mismos los podrían solucionar, hace que los
niños a corto plazo se sientan bien y protegidos, pero es un alivio temporal.
Como hemos visto, esta situación hace que a largo plazo todos los miedos de los
padres sobre el sufrimiento de sus hijos, se cumpla.
Proteger significa dejar que estos se equivoquen o sufran pero que sientan que
sus padres están para ayudarles y apoyarles.
Por tanto no sobreprotejamos a nuestros
hijos, protejámoslos.
by: ALEXIS ALMEIDA
Valió la pena leerlo
ResponderEliminargracias grace es el post de unamigo
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